EL
Estado tiene diversos medios para cumplir los fines para los que fue
constituido; uno de ellos es la administración pública, tema que, en esta
ocasión, analizamos junto con el doctor
Ricardo Uvalle – académico y coordinador del Centro de Estudios en
Administración Pública de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales-.
La
carrera de Administración Pública se crea en 1958 como respuesta a la coyuntura
histórica y social. Se requería gente especializada que pudiera atender los
nuevos retos derivados de la estructura gubernamental y la enseñanza científica
de la administración daría bases para organizar al Estado y a la sociedad de la
mejor manera en sus dos momentos: tomar decisiones e implementarlas.
El gobierno se mantiene
en el poder no por la habilidad de los gobernantes, sino por la capacidad que
tiene para conseguir resultados.
La administración pública es una de las formas para obtener legitimidad, pues
cuando los gobernantes dan a los ciudadanos lo que requieren para cubrir sus
necesidades básicas no lo cuestionan mucho.
El
poder es tener la facultad y el conocimiento para actuar de manera expedita y
precisa y buscar el aprovechamiento inteligente de los recursos y la
distribución de los mismos, es decir, el arte de gobernar es actuar con los
medios con los que se cuenta para beneficiar al mayor número de personas
posibles.
En
la época del partido hegemónico, la administración pública, el Estado y el
partido compartían los mismos valores; las personas eran militantes y, a su
vez, funcionario público. Sin embargo, en los años noventa, el presidencialismo
ya no tenía la misma fuerza y la administración se volvió, poco a poco,
pública: el espacio público regresó a manos de los ciudadanos para contrapesar
las decisiones de las autoridades mediante su participación activa. Comenzó la
cogestión pública con los particulares para atender los problemas nacionales.
Así, la población dejó de conformarse de súbditos para ser de ciudadanos
críticos.
Los
medios de comunicación contribuyen al desarrollo de la democracia deliberativa,
pero los integrantes del gremio no deben denostar a la administración pública y
su gestores, pues de hacerlo, sólo se lograría crear un distanciamiento entre
el gobernado y el gobernante, la desconfianza permitiría la aparición de
escenarios como el de 1973 donde la devaluación del peso fue resultado de la
confrontación entre empresarios y el gobierno con la intervención de los
medios.
Todos
los actores sociales, políticos y económicos deben permitir el adecuado
desarrollo de la administración pública. Además, se debe procurar la
profesionalización de la política así como la administración, pues mientras las dos no vayan de la mano, vamos
a encontrar un sistema de botín, de reparto de influencias, de cleptocracia que
no nos dejará madurar en términos institucionales.
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